jueves, octubre 30, 2008

SENTIMIENTOS Y PREJUICIOS

LA IMPORTANCIA QUE TIENEN LOS SENTIMIENTOS EN EL PROCESO ENSEÑANZA APRENDIZAJE EVITANDO A TODA COSTA LOS PREJUICIOS

Uno de los problemas a los que nos enfrentamos a lo largo de nuestra vida como docentes es el de evaluar los logros y fracasos que tienen nuestros alumnos en la realización de sus actividades académicas; generalmente calificamos de una manera muy subjetiva lo que hacen los demás aunque tratamos de ser en la mayoría de los casos lo mas objetivos posibles al momento de poner una calificación cuantitativa, aun así incurrimos en faltas o prejuicios que predominan en nuestra forma de actuar ante una determinada situación (ejemplo: si se porta bien, si pone interés, si es aplicado , si es buen o mal alumno, etc.) criterios que aunque queramos o no influyen al momento de asentar una calificación o tratar al alumno dentro y fuera del aula, tomando en cuenta que muchos de estos prejuicios son imposibles de medir o si quiera de considerar propios para el ejercicio de nuestra actividad docente.

Este tipo de acciones nos hacen ser prejuiciosos en momentos en los cuales debemos actuar y ser lo suficientemente profesionales en nuestro quehacer educativo entendiendo de esta manera un prejuicio como toda “opinión preconcebida y generalmente distorsionada, formulada sin considerar los datos con honestidad”[1]. Valores que en muchos de los casos vamos dejando de lado por la falta de interés que manifiesta el docente en el trabajo diario con sus alumnos, dándose así que en vez de actuar de manera objetiva, honesta, responsable y comprometida con su trabajo académico; lo realice de una manera monótona, apática y carente de el sentimiento necesario para actuar con amor a su profesión, la cual no es otra cosa que el oficio mas importante que debe tener siempre el buen maestro… el de enseñar, el de educar y servir a todo aquel que tenga deseos de aprender.

El ideal dentro de nuestra practica docente debe ser el ir dejando a un lado todos aquellos juicios previos que realizamos de nuestros alumnos, de sus cualidades o defectos y darle una connotación objetiva a la actividades realizadas por cada uno de ellos, puesto que gran parte de nuestro trabajo académico consiste en orientarlos para que cada una de las acciones que decida realizar se lleven a cabo de una manera correcta ; este tipo de aspectos solo se pueden conseguir a través del amor a la profesión ejercida, acto que debe realizarse precisamente libre de todo prejuicio; pero si lo suficientemente comprometido con la labor encomendada, el enseñar. Pero sobretodo mostrarles a nuestros alumnos con el ejemplo lo que con amor y responsabilidad puede lograrse, puesto que en muchos casos y situaciones; el maestro asume el papel de facilitador del aprendizaje, un guía, incluso para muchos, un sustituto o suplente de la falta de apoyo familiar.

Chase, L. (1993) comenta que “Los sentimientos son una dimensión humana de la que no podemos prescindir si queremos promover un desarrollo integral de la persona”[2], mismo que dentro de nuestro quehacer educativo debemos tener siempre en cuenta al momento de realizar alguna actividad o comentario que de una u otra manera pueda dañar a nuestros alumnos u orientar su conducta de una manera equivocada, debemos enseñarlos a pensar de manera critica, reflexiva, constructiva, pero sobretodo brindarles las herramientas necesarias para que por si solos desarrollen habilidades que los hagan ser personas de bien, libres de pensamiento, de prejuicios y para conseguir esto, primero debemos como docentes empezar por quitarnos los prejuicios con los que muchas veces llegamos al salón de clases (“¿se portaran bien? ¿Me harán caso? ¿Trabajaran en clase cuando se los pida?)
El papel de los maestros dentro y fuera del salón de clases es de suma importancia como parte de la formación integral de los alumnos y de su correcto o incorrecto desempeño académico y personal, de allí que Freire, P. (1998) considere que “Los sentimientos están siempre de algún modo presentes en nuestra experiencia, así que nuestras alternativas son reconocerlos e integrarlos al proceso educativo” [3] papel que solo el docente puede desempeñar de una manera efectiva si se compromete a que cada acción que realice dentro y fuera del aula será con la finalidad de proporcionar mejores herramientas no solo de contenidos temáticos sino de herramientas que le sirvan al alumno para ser mejor individuo y desempeñar así un papel mejor dentro de la sociedad, pues retomando lo expuesto por Freire (1998) “o nos adherimos al estudio como un deleite y lo asumimos como una necesidad y un placer o el estudio es una pura carga, y como tal, la abandonamos en la primera esquina”[4], la clave para todo compromiso como docente es el actuar con amor a la profesión, a los alumnos, a la enseñanza y liberarnos de todo prejuicio que impida realizar nuestra labor de manera adecuada.

[1] http://www.corazones.org/diccionario/prejuicio.htm

[2] CHASE, Larry. Educación afectiva. Desarrollo académico, social y emocional del niño.
[3] FREIRE, Paulo. Cartas a quien pretende enseña.
[4] FREIRE, Paulo. Op. Cit. P.45.

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